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A principios de 1970, la Administración del Servicio de Ciencia
del Medio Ambiente (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de
los Estados Unidos, proporcionó a la prensa unas fotografías del Polo
Norte tomadas por el satélite ESSA-7 el 23 de noviembre de 1968. Una de
las fotografías mostraba el Polo Norte cubierto por la acostumbrada capa
de nubes; la otra, que mostraba la misma zona sin nubes, revelaba un inmenso
agujero donde hubiera debido estar el Polo. El ESSA estaba lejos de sospechar
que sus fotos rutinarias de reconocimiento atmosférico iban a contribuir
a despertar una de las controversias más sensacionales y célebres de la
historia de los OVNIS.
En el número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor
y ufólogo Ray Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con
un artículo en el que manifestaba que el agujero de la foto era real.
Durante mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la
Tierra es hueca, y que los OVNIS provienen y retornan a una civilización
de seres superiores que está oculta en su interior inexplorado. En 1970,
gracias al apoyo de una fotografía en que aparecía el enorme agujero del
Polo Norte, Palmer pudo por fin asegurar que la super-raza subterránea
existía y probablemente se podía llegar hasta ella a través de los
agujeros de los polos Norte y Sur.
En los números siguientes de Flying Saucers apoyó su teoría resucitando
otra antigua controversia sobre la "Tierra hueca": la
de las famosas expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd a
los polos Norte y Sur.
El primer testigo
El vicealmirante Richard E. Byrd de la US Navy fue un distinguido
aviador pionero y explorador polar que sobrevoló el Polo Norte el 9 de
mayo de 1926 y dirigió numerosas expediciones a la Antártida, incluyendo
un vuelo sobre el Polo Sur el 29 de noviembre de 1929. Entre 1946 y 1947,
llevó a cabo la operación a gran escala llamada "High Jump"
(Salto Alto), durante la cual descubrió y cartografió 1.390.000 km2 de
territorio antártico.
Las famosas expediciones de Byrd entraron por vez primera en la controversia
de la Tierra hueca cuando varios artículos y libros -especialmente
Worlds beyond the Poles (Mundos más allá de los Polos), de Amadeo Giannini-
pretendieron que Byrd había en realidad volado no por encima del Polo,
sino hacia dentro de los grandes agujeros que llevan al interior de la
Tierra. Ray Palmer, basándose principalmente en el libro de Giannini,
introdujo esta teoría en el número de diciembre de 1959 de su revista
y, a raíz de ello, mantuvo una voluminosa correspondencia al respecto.
Según Giannini y Palmer, el vicealmirante Byrd anunció en febrero de
1947, antes de un supuesto viaje de 2.750 km. a través del Polo Norte:
"Me gustaría ver la tierra más allá del Polo. Esa área más allá
del Polo es el centro del Gran Enigma." Giannini y Palmer decían
también que, durante su supuesto vuelo sobre el Polo Norte en 1947, el
vicealmirante Byrd comunicó por radio que veía debajo de él, no nieve,
sino áreas de tierra con montañas, bosques, vegetación, lagos y ríos y,
entre la maleza, un extraño animal que parecía un mamut. También,
siempre según Giannini y Palmer, en enero de 1956, después de dirigir
otra expedición a la Antártida, el vicealmirante Byrd había manifestado
que su expedición había explorado 3.700 km. más allá del Polo Sur y, además,
justo antes de su muerte, Byrd había dicho de la tierra más allá
del Polo que era "un continente encantado en el cielo, tierra
de misterio permanente". Esa tierra, según otras teorías, era
la legendaria Ciudad del Arco Iris, cuna de una fabulosa civilización
perdida.
Para Giannini y Palmer, los comentarios atribuidos al vicealmirante Byrd
no hacían más que confirmar lo que ellos habían sospechado siempre: que
la Tierra tiene una forma "extraña" en los Polos, algo
parecido a un "donut", con una depresión que, o bien se hunde
muchos kilómetros en las entrañas de la Tierra, o forma un agujero gigante
que pasa a través del eje de la Tierra, de un polo a otro.
Dado que, por razones geográficas, es imposible volar 2.750 km. Más
allá del Polo Norte o 3.700 km. Más allá del Polo Sur sin ver agua,
es lógico pensar que el vicealmirante Byrd debe haber volado hacia dentro
de las enormes cavidades convexas de los polos, dentro del Gran Enigma
del interior de la Tierra y que, si hubiera seguido adelante, habría llegado
a la base secreta de los OVNIS que pertenecen a la super-raza oculta,
quizás la legendaria Ciudad del Arco Iris que Byrd habría visto reflejada
en el cielo.
La posibilidad de que la Tierra sea hueca, de que se pueda entrar en
ella a través de los polos Norte y Sur, y de que civilizaciones secretas
florezcan en su interior, ha espoleado las imaginaciones desde tiempo
inmemorial. Así, el héroe babilonio Gilgamesh visitó a su antepasado Utnapishtim
en las entrañas de la Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de rescatar
a Eurídice del infierno subterráneo; se decía que los faraones de Egipto
se comunicaban con el mundo inferior, al cual accedían a través de túneles
secretos ocultos en las pirámides; y los budistas creían (y creen
todavía) que millones de personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo
gobernado por el rey del mundo.
El mundo científico no fue inmune a esta teoría: Leonard Euler,
un genio matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que
contenía un sol central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley,
descubridor del cometa Halley y astrónomo real de Inglaterra en el siglo
XVIII también creía que la Tierra era hueca y albergaba en su interior
tres plantas. Ninguna de estas teorías estaba sustentada científicamente,
pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo tema, las más
importantes de las cuales eran Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de
Edgar Allan Poe (1833), en la cual el héroe y su compañero tienen un terrorífico
encuentro con seres del interior de la Tierra; y el Viaje al centro de
la Tierra de Julio Verne (1864), en la cual un profesor aventurero, su
sobrino y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un
volcán extinguido en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles
gigantescos y prehistóricos que pululan en los bosques.
La creencia en una Tierra hueca estaba tan extendida que incluso Edgar
Rice Burroughs, el célebre autor de Tarzán, se sintió obligado a escribir
Tarzán en las entrañas de la Tierra (1929), en el que el famoso hijo de
la selva va a Pellucidar, un mundo que se encuentra en la superficie interior
de la Tierra y que está alumbrado por un sol central. La sombra más allá
del tiempo (1936) de H.P. Lovecraft transportó el tema a la época actual
describiendo una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace
150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra
interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje
en el tiempo y la percepción extrasensorial.
Estas y otras obras de ficción mantuvieron vivo el interés por la posibilidad
de que la Tierra fuera hueca y de que escondiera otras civilizaciones.
Así, cuando se avistaron los primeros 0VNIS en Estados Unidos en 1947
y la "ufomanía" azotó el país primero y el mundo después,
surgieron dos teorías para explicarlos. Los OVNIS debían ser o bien naves
extraterrestres de alguna galaxia lejana, o pertenecían a seres avanzadísimos
que habitaban en el interior de la Tierra. Estas teorías llevaron
a recuperar las leyendas de las civilizaciones "perdidas"
de la Atlántida y de Thule, en la creencia de que esta última se hallaba
en el Ártico (no se debe confundir con Dundas, antes Thule, el
enclave esquimal en Groenlandia, que es hoy una base aérea de los Estados
Unidos y centro de comunicaciones). No obstante, se creía también que
otra posible fuente de procedencia de los 0VNIS se hablaba en la Antártida.
Esta teoría surgió a raíz de la publicación del convincente libro de John
G. Fuller, El viaje interrumpido (1966), en el que el autor relata la
historia de Betty y Barney Hill, un matrimonio americano que, durante
un tratamiento psiquiátrico debido a un inexplicable periodo de amnesia,
recordó bajo hipnósis que habían sido raptados por extraterrestres, examinados
en el interior de un platillo volador e informados de que los extraterrestres
tenían bases en toda la Tierra, algunas en el fondo del mar y al menos
una en la Antártida.
De este modo, cuando Ray Palmer publicó su controvertida teoría en 1970,
los ufólogos y creyentes en la Tierra hueca quedaron a la expectativa.
¿Se trataba de las pruebas concluyentes?
Pero los argumentos que Palmer aducía se revelaron extremadamente endebles.
Todas las investigaciones llevadas a cabo desde entonces no han logrado
confirmar ninguna de las afirmaciones atribuidas por Giannini y Palmer
al vicealmirante Byrd; ni siquiera se ha confirmado su vuelo sobre el
Polo Norte en febrero de 1947 (lo cierto es que Byrd sobrevoló el Polo
Sur en esa fecha, en el transcurso de la operación High Jump). Incluso
suponiendo que Byrd hiciera dichos comentarios, es más lógico creer que
"la tierra más allá del Polo" y el "Gran Enigma"
son formas de aludir a las regiones aún inexploradas, más que a continentes
escondidos en el interior de la Tierra, y que el "continente encantado
en el cielo" era únicamente una descripción de un fenómeno corriente
en las latitudes antárticas: una especie de espejismo que trae el reflejo
de tierras lejanas.
A pesar de que se ha demostrado la inexactitud del pretendido viaje de
Byrd al Polo Norte, hay algunas personas que afirman haber visto un noticiario
sobre dicha expedición al Polo Norte, en el que se veían "sus
montañas, árboles, ríos y un gran animal identificado como un mamut".
Una mujer escribió a Ray Palmer acerca de este noticiario, asegurando
que lo había visto en White Plains, New York, en 1929. Sin embargo, este
documental no está registrado en ningún archivo. ¿Se trata quizá de
una artimaña del Gobierno de los Estados Unidos? ¿O quizá esa película
no existió nunca? Es curioso cómo algunas personas creen "recordar"
de buena fe una película que con casi total certeza nunca ha existido
-al parecer, muchos de nuestros primeros recuerdos son "inventados",
y proceden de cosas que nos han contado luego o que hemos imaginado.
Según Byrd, y de acuerdo con su diario:
"Hemos sobrevolado en total unos 25.900 km2 de la Tierra más allá
del Polo. Como era de esperar, aunque resulta decepcionante decirlo, no
se observaba ninguna característica importante más allá del Polo. Sólo
el inmenso desierto blanco que cubría el horizonte." Asimismo,
la leyenda sobre la Ciudad del Arco Iris puede derivar de una mala interpretación
de las palabras de Byrd: Podía haberse llamado la Avenida de los Arco
Iris Helados. Al este y al Oeste se alzaban grandes montañas. Algunas
no estaban cubiertas por el hielo; eran negras como el carbón o de un
rojo ladrillo. Otras estaban cubiertas de hielo por completo. Estas parecían
cataratas gigantescas. Allí donde el sol tocaba sus picos y laderas, la
luz se reflejaba en toda una gama de colores. Había una mezcla de azules,
púrpuras y verdes tal como pocas veces ha visto el hombre.
Ateniéndonos a las palabras de Byrd, podemos observar que no vio tierras
verdes y frondosas ni mamuts más allá del Polo Sur; la cifra de 2.750
km. Es errónea o exagerada; la Ciudad del Arco Iris no tiene otra realidad
que lo que Byrd describió como Arco Iris Helados, un simple fenómeno
atmosférico.
No obstante, ¿podría ser hueca la Tierra? De nuevo, la respuesta ha
de ser negativa. Al contrario de lo que sucedía con los primeros teóricos
de la Tierra hueca, las propiedades físicas y la estructura del interior
de la Tierra pueden medirse hoy exactamente con sismógrafos y computadoras
electrónicas. Lejos de ser hueca, la Tierra está compuesta de cuatro capas
principales: la corteza, el manto, el núcleo y el nucléolo. La corteza
de granito y roca basáltica tiene un grosor de 30 a 40 km. (mucho más
delgada en las fosas oceánicas). Debajo de la corteza está el manto, que
se extiende hacia abajo durante 2 900 km., y es sólida y compuesta de
silicatos de magnesio, hierro, calcio y aluminio. Y debajo de esto está
el núcleo, que se cree debe estar compuesto principalmente de hierro en
estado de fusión. Finalmente, a una profundidad de unos 5.090 km. está
el nucléolo, que es posible que sea sólido como resultado de la congelación
del hierro bajo la extraordinaria presión de unas 3.200.000 atmósferas.
Aunque muchos detalles no son más que hipótesis en espera de que los avances
de la ciencia nos permitan confirmarlas.
El enigma de la foto satelital resuelto.
¿Y qué hay del enorme agujero que se podía observar en la fotografía de
las regiones árticas? La explicación es ridículamente simple y se le podría
haber ocurrido a cualquier niño inteligente que supiera algo sobre la
rotación diaria de la Tierra. Por desgracia, los entusiastas de la teoría
de la Tierra hueca tomaron dicha fotografía como "prueba" sin
antes consultar con nadie mínimamente experto en el asunto.
La fotografía es un mosaico de imágenes de televisión tomadas por el
satélite durante 24 horas, que muestran la Tierra desde diversos ángulos.
Las imágenes fueron procesadas por una computadora y unidas de modo que
formasen una vista total de la Tierra como si el observador se hallase
en un punto directamente encima del Polo. Durante esas 24 horas, todos
los puntos en las latitudes ecuatoriales y medias recibieron luz solar
durante algún periodo de tiempo, y aparecen iluminados en la fotografía
compuesta. Pero las regiones cercanas al Polo estaban en ese momento sumidas
en la oscuridad permanente del invierno ártico. Por ello hay una área
no iluminada en el centro de la foto.
Aún así. Según rumores, lo que sí han fotografiado
los satélites han sido Ovnis entrando y saliendo de los polos.
Como si en ellos existieran puertas. ¿A donde?
Debajo de nuestros pies, se ocultan muchos misterios...